Hola,
No sé si es la melancolía o más bien me veo arrastrado por el dolor de la soledad a escribir unas líneas que hablan no sé si de un recuerdo o un sueño jamás soñado. Lo cierto es que aquí estoy, clavado a una silla, atado a unas líneas aún por imaginar y condenado a la más estricta soledad.
Tú aún no me conoces, yo a ti tampoco, pero qué importa eso si ya te siento dentro de mí. Respiro tu esencia y al cerrar los ojos, cuando el más dulce de los sueños jamás fraguados por Morfeo se hace conmigo, moldeo tu cuerpo y lleno de curvas imposibles unas caderas que se veo mover siempre hacia la misma dirección, hacia mí.
¡Qué gran momento! Siempre me entrego entre los finos hilos de un sueño tejido en especial para mí. Nadie podrá jamás, nunca y por siempre, soñar algo siquiera parecido a lo que yo no sueño, vivo dormido, cada noche cuando te quiero ver. ¡Qué gran dolor! Cuando despierto y no te siento a mi lado. Me paso el día sobreviviendo gracias a tu recuerdo y yo creo que lo que me mantiene vivo es el tener la seguridad de que cuando caiga la noche y surja el sueño tú volverás, deseando estar conmigo y despidiendo mi día con una sonrisa para empezar mi noche con un beso.
Como ya te he dicho antes nunca jamás nos hemos visto, pero te conozco tan bien como si hubiéramos crecido juntos, porque lo sé todo de ti, eres como yo, siempre has estado sola. Como yo cada noche has soñado conmigo, para no sentir el frío de la soledad que te envuelve. Pero eso ahora ha cambiado, yo estoy aquí. Estoy para ti. Sueña y sueña, mantenme vivo en tu recuerdo hasta que el sueño no sea más que eso, un recuerdo y la realidad nos envuelva como ahora lo hace el sueño.
Atentamente para ti, por ser mi único sueño. Espero no tener que soñar muchas más veces contigo porque pueda sentir tu aliento chocar contra mi cuerpo.