Dale a un hombre un lápiz y un papel y sabrá escribir. Entrégale un sueño, una ilusión y un papel y será escritor.
Todo aquello que se sienta y no se sepa escribir en una hoja, todo eso, será poesía. Todo aquello que se sienta y no se sepa por qué, será amor. Todo esto y más, será la vida misma. Uno puede elegir qué estudiar, qué comer o qué ser en la vida, pero lo que uno jamás podrá decidir es qué sentir. Cada sentimiento en la vida es un renglón en blanco que hay que llenar con las palabras del día a día. Cada sensación y cada momento son únicos y hay que tener la habilidad de guardarlos en la memoria para plasmarlos con esmero y minuciosidad en el libro del recuerdo.
El hombre no tiene memoria para almacenar conocimiento sino experiencia. Para en esas noches de soledad y frío acurrucarse al fuego de un bonito recuerdo y pasar como mejor se pueda el resto de noche. El hombre tiene la capacidad para sentir pero no siente. Siente, siente, siente y siente. Siente siempre, con motivo o sin motivo, porque sí o porque no, pero siente. Que en el momento en que sientas vas a sufrir y en el momento en que sufras, sentirás. Si siempre sientes y sientes siempre, vivirás.
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